julio 15, 2008

Capítulo inédito: vivir aquí, es vivir dos veces (párrafos eliminados del capítulo 7)

Pasamos una noche MUY bonita, con buena compañía, interesante charla que se fue alargando, GRAN COMIDA, y muy buena música (sabéis lo raro que se siente uno al estar comiendo unas bravas escuchando a un Filipino tocar guitarra en mano "La Flaca", en China???). Pero lo mejor, es que son momentos deliciosos que se recuerdan para siempre. Son como aromas que hueles una vez, y que el resto de tu vida podrás volver a sentir simplemente cerrando los ojos, y dejando que esa fragancia surja de tu interior… y al final, consigues olerla.
Todo lo que haces aquí queda grabado en la mente, se convierte en una experiencia inolvidable. ¿Cuántas cenas puedes recordar con absoluto detalle? Las de aquí, las recuerdas. Recuerdas con quién ibas, dónde fuiste, incluso qué comiste o de qué hablaste... porque se convierte en un momento. No es una cena más, es “aquella cena”. Aquí es un evento que se tatúa en tu memoria, y ahí perdurará para que lo rescates cuando quieras, porque seguirá intacto.
En aquel sitio, era como estar fuera de China por unas horas, en un lugar familiar, donde ya habías estado antes, donde esperas encontrarte con un amigo en cualquier momento. Un alto muro flanqueado de árboles de grandes ramas separa un precioso patio del bullicio de la calle. Simplemente al cruzar el umbral de una pequeña puerta que ya entiendes que te has convertido en Alicia, y que al cruzar, te espera un país lleno de maravillas. Al asomarte al patio, notas que dejas a tus espaldas el calor, el alboroto, las bocinas de los coches, las voces, los olores… dejas China a tus espaldas y te da la bienvenida el frescor de la noche, una calma que te hace sonreír, gente paseando por el patio sin prisas, sin necesidad de ir a ningún sitio, porque es a ningún sitio donde van. Entras en una sensación, que te abraza y te susurra que te relajes, que ahora, solo puedes disfrutar, porque estás donde querías estar, donde ya habías estado, y por eso has llegado de nuevo aquí. Una tenue luz guían a tus pies, a los que tú sigues con absoluta fidelidad, y que se adentran en ese pedazo de mundo, arrancado de alguna parte, y colocado ahí, en un sitio que no le corresponde, para que gente que está en un lugar que no les corresponde, encuentren su sitio. Es un regalo que te conceden por unas horas, para que olvides que estás a miles de kilómetros de casa, y pienses que al acabar la cena, podrás regresar a ella. Rodeado de fotos de Cuba o España, de personajes cercanos, comiendo platos que te recuerdan a algo, o a alguien -cómo no iba a hablar de la tortilla de patatas de mi madre al verla en la carta... Escuchando canciones que todos tarareábamos en la mesa... Eso no me puedo permitir el lujo de dejarlo escapar, de que se borre de mi memoria, esa noche... tengo que hacer un esfuerzo para retener esa noche, por grabarla, para poder volver a rememorar cualquier día. Y lo haré.
Casi podría recordar algo de cada uno de los días que he pasado aquí. Recuerdo perfectamente, con todo detalle, las veces que me he cortado el pelo, los masajes, las cenas tardías a en el japonés, las veces que he ido a comer noddles con mis amigos chinos, las partidas de badminton... Lo recuerdas todo, simplemente, porque todo, aquí, es especial, y creo que yo mismo me obligo a no dejar escapar nada de lo que estoy viviendo, porque es algo que probablemente no volveré a vivir nunca más, y no puedo permitirme el lujo -o la necedad- de dejarlo escapar de mis manos y perderlo para siempre.
En ocasiones he pensado que vivir aquí, es vivir dos veces, porque recuerdas cada día, con precisos y preciosos detalles... y eso te hace sentir lleno de vida, de experiencias, de momentos... momentos que no quiero olvidar, y que algún día los llamaré para rescatarlos y revivirlos... y quizás, vivirlos dos, tres veces...
A veces he sentido que me han regalado una nueva vida, porque poco de lo que hay, de lo que vivo aquí, tiene relación con lo que he experimentado hasta ahora. Es todo tan distinto, todo tan nuevo, que no puedo dejar de pensar que me han dado la oportunidad de vivir una vida diferente. Es como un regalo, de verdad. Aquí todo está por descubrir, gentes, lugares, comida, cultura, hábitos... Si no habéis estado aquí, no sé si me entenderéis, pero imaginad que por un momento, os lo cambian TODO. Las calles son distintas, los olores, la gente, la cultura, la forma de vivir, las conversaciones, su forma de pensar, la inocencia de sus miradas, de sus sonrisas... Aquí tienes que aprender todo, partir de cero. Una nueva vida. No puedes trasladar tu otro “yo” hasta aquí, no debes seguir siendo la misma persona, no puedes pretender que te comprendan... solo puedes adaptarte, aprender de ellos, aceptar cómo es este país, esta gente, este "su" mundo, y disfrutarlo.
Y de veras que se disfruta. Se disfruta al ver que redescubres los detalles que durante años han pasado delante tuyo sin apenas haberlos apreciado. Aquí recuerdas todo lo que hiciste, lo que comiste, dónde y con quién, recuerdas a ese hombre que detuvo su coche para mirarte, el niño que se acercó, el helado que tomaste, el viaje en autobús...
De todas las veces que había cogido el bus, no creo recordar nada extraordinario digno de comentar. Ayer cogí mi primer bus aquí, en Xinglin, con unos amigos, para ir a un sitio a cenar tras haber jugado a badminton. Recordaré siempre con quién iba, dónde lo cogí, dónde me bajé, las caras de algunas personas en el bus que me saludaban, las fotos que nos hicimos, y la cena... Todo eso lo podré recordar tantas veces como quiera. Y lo volveré a vivir.

Vivir aquí, es vivir dos veces.

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