julio 14, 2008

Capítulo 1: todo final, tiene un principio

(Agosto 2007)

Buenas a tod@s, por clamor popular, porque me lo estáis pidiendo a gritos, porque sé que lo estáis deseando... os paso a relatar mis "aventulas chinas". Para empezar, supongo que debería explicar cómo fue el viaje... Nada especial. Algo raro, teniendo en cuenta que siempre me pasan cosas extrañas... pero no, esta vez todo fue bien. Bueno, un par de retrasos, con lo que las 18 horas pasaron a ser 20, pero a parte de eso, todo fue muy bien... (ni me perdieron maletas, ni problemas con los visados, ni me encontraron las drogas...). El primer día (ayer) estuvimos visitando la fábrica y conociendo a gente. Es brutal de lo que es capaz la mente humana: de 300 personas que me presentaron, no retuve ni un nombre ni tampoco ni una cara. Decía “estuvimos”, porque aquí estoy con Alberto, un chico de Vitoria, que vive y trabaja aquí (aunque es de mi empresa), y que ahora se va de vacaciones a España. Suerte de él. Por la mañana eso, conociendo la fábrica, la gente... por la tarde fuimos a ver a un par de proveedores, y ya me adentré en la China rural. Estamos en una zona poco turística, así que no están muy acostumbrados a ver occidentales, y mucha gente se te queda mirando, sonríe, y algunos hasta se dan la vuelta para verte por la calle. En nuestra fábrica las condiciones son bastante buenas, incluso para los chinos, pero los otros proveedores que fuimos a ver... madre mía. Aquello es la China profunda... unos olores, unas instalaciones... y luego nos quejamos nosotros porque la silla nos hace daño o porque no tenemos un reposapiés... qué huevos. A la hora de comer, un drama con la coña de los palillos. El miércoles cuando llegué fuimos a cenar (con Alberto) a un coreano. Muy rico, lo que pude comer, porque la mitad se me caía. Ayer comimos con los jefes de aquí, que tienen cocinera propia, y éramos unos 6 en un pequeño comedor. Por la noche, me invitaron a cenar estos mismos jefes, porque tienen la visita de unos japoneses, y se los llevaban de cena, y como yo aún estaba trabajando, y ya me quedaba solo, me dijeron que me uniera. Al principio no me apetecía, pero al final accedí (no es bueno que el primer día vean ya que soy un anti-social). Me alegré de ir. Qué curiosos los chinos... parece ser, por lo que me dijeron, que los orientales tienen no sé qué de un enzima menos, o algo así y que por lo visto, les hace tolerar peor el alcohol, de modo que con una cerveza los colegas se ponen ROJOS, y cuando digo rojos, no es coloraetes... no... ES ROJOS. Toooooooodo el cuerpo rojo, ojos, cara, brazos... y parece que:
1. van a estallar 2. están apretando el esfínter con todas sus fuerzas para aguantarse un pedo que les podría hacer levitar La primera opción me acojonaba... la segunda hubiera sido un descojone. Además, que los colegas no penséis que se privan de beber por eso de encebollarse en 2 minutos... no!!! beben como locos. Y además, no paran de hacer "campeys" y se los dedican unos a otros (uno coge el vaso, con las dos manos, te mira, y te propone un brindis, y según cómo te lo haga, o bebes un sorbo, o te tienes que acabar el vaso, cogiendo el vaso igualmente con las dos manos, y mirándole a los ojos). Es que ellos no beben solos, como nosotros, que a medida que vamos comiendo, vamos echando traguitos. Ellos deben invitar a alguien a beber (en cenas así, formales). Al principio hace gracia. Al final se hace un peñazo. Eso lo van haciendo cada minuto, y con la tontería... acabaron todos con un pedalete... Sobretodo hubo un japo, el colega, que se tocaba los brazos y se le quedaba marcado en blanco... y al segundo de nuevo rojo. Hasta a él le alucinaba, porque lo hacía continuamente, y se hacía gracia a sí mismo. Eso sí, ni se ponen pesados, ni babosos, ni nada (íbamos con 2 chicas que eran chinas pero hablan japonés, y como habían estado ese día con los japos, pues les invitaron a cenar). ¿Lo bueno? que a las 21:30 estás en casa, y hoy estaban tan fresquitos. Cosas curiosas: si un chino te pone comida en el plato, no se la puedes negar, y te lo tienes que comer. Así que... a putear al novato! y todo el rato poniéndome comida. Muchas cosas estaban buenas, pero otras... pinza en la nariz, y engullir sin saborear. Además, no te dejes nada!!! En la comida, a mediodía, dejé un poco de arroz en el cuenco... uf!!!! de qué me hostian. Es broma, pero el jefe de la fábrica, el súper tacañón, un hombre MUY majo, me contó (de súper buen rollo, sin enfados ni nada) que eso es una ofensa al campesino, porque el campesino ha trabajado mucho cosechando el arroz, orando a los dioses por tener una buena cosecha, recogiendo el arroz con cuidado y mimo, levantándose pronto para ir a venderlo… y todo para que tú puedas comerlo (degraciao!), así que lo mínimo que debes hacer (desgraciao!), es acabártelo (desgraciao!). Acabé lamiendo el plato (es coña). Más cosas curiosas: aquí, eso de sorber sopa, o pasta, o eructar, o hacer toda clase de ruidos guturales y no guturales mientras se come, es de lo más normal. Yo como un finolis, ahí, matándome a coger bien la pasta, para no tener que sorber... y les oía unos "churrepetones"... pero todos, chicos, chicas, gente de "categoría"... y se amorran el cuenco y se lo van empujando a la boca, rollo Goku... son geniales. Otra curiosidad: se echan la siesta. En serio, tras la hora de comer, apagan las luces, y se tumban sobre el ordenador, o se abanican... pero se echan a descansar. Tiene una hora para comer, y como engullen a saco, les sobra una media hora, la cual emplean en echarse un sueñecito. Estos sí que saben. Luego toca una alarma, y a trabajar otra vez. El trabajo de un chino. Esa es otra curiosidad: los chinos de oficinas trabajan mucho, pero mal, porque los colegas lo primero que te dicen cuando les pides que hagan algo es "no se puede". Les preguntas si lo han intentado, y claro está, te dicen que no, pero que no se puede. Hasta que te coges al chinito del brazo, le llevas a la zona de prototipos, y le demuestras en su jeta que SÍ se puede. Entonces dicen "pues es verdad, se puede". Eso, o te preguntan algo a lo que le has dicho 17 veces por mail, por skype, por sms, por avión escribiendo en el cielo, etc. Y cuando se lo requeteconfirmas, te dicen "ah! entonces es que sí?". Pa matarlos. Pero capítulo aparte merecen los "machacas", donde incluyo a la gente de fábrica, mantenimiento... los currelas, vamos. Un ejemplo: hoy para cambiar unas bombillas, iban 4 chinos. Uno sujeta la escalera, otro las bombillas, otro las cambia y otro está supervisando. Y no creáis que nadie dice "ande vais 4 chinorris pa cambiar una bombilla!!!!” qué va!!! es de lo más normal. O ir a una zona de la fábrica y ver 8 tíos, 3 trabajando y 2 con el móvil jugando y 3 de cháchara, pero plan descarado, sin nada entre las manos para disimular, ni nada... y de lo más normal. BIBA LLO! Eso sí, envidiable lo majos y encantadores que son. Porque la sonrisa no la pierden nunca. Tema tiempo... sabéis la bofetada de calor que te llega a la cara cuando abres un horno para coger la pizza? Esa es la mejor explicación para que entendáis el calor que hace aquí. Juro que es cierto, que hay momentos en que te falta el aire. Y es húmedo de narices, porque estamos al lado del mar. Calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor calor asfixiante. Comida, pues ya he comido en un coreano, en un chino y en un japonés (es un japo de "come todo lo que quieras por 10 euros"... y estaba de lujo!!!) y ayer a mediodía, comida taiwanesa. Mañana por suerte iremos a lo que es la isla de Xiamen, que ya es más moderno, un mini Hong Kong, y hay restaurantes y bares cubanos, italianos, etc. Pero claro, ahí ya hay más occidentales, y como aún no estoy saturado de chinos, pues de momento no me mata ir a esos sitios, a ver grupos de italianos-franceses-españoles todos juntos rollo apartheid. Iré mañana a cenar con Alberto y unos italianos, pero vamos, solo porque es el único fin de semana que coincido con él, y así me lo enseña y eso. En fin, que seguro que me dejo más cosas súper interesantes, pero pensad que si os estoy contando todo este rollo en solo 2 días, imaginad lo que os espera!!! Un beso a las chicas, y un abrazo a los chicos (que luego os da por poneros cariñosos, y os ponéis tontos). A todos los que hayáis llegado hasta aquí... muchas gracias. Os quiero, pueblo. Raúl